Aún, entre programadores y diseñadores que llevan años
construyendo sitios web, son comunes prácticas de desarrollo heredadas de los
primeros años de la web. Durante la
Guerra de los Browsers, y el auge del software WYSIWYG tipo Dreamweaver o Frontpage, la industria no tenía estándares claros y las
tecnologías de desarrollo competían sin control. De esta época todavía
subsisten las tablas dentro de tablas, el JavaScript “Internet Explorer Only”,
la etiqueta FONT y atributos como bgcolor
o border. Todavía se diseñan
documentos HTML distintos para el monitor y la impresora, aún cuando el
contenido es el mismo.
Pero la web ha cambiado. Los fabricantes de software, los
diseñadores y los mismos browsers o
navegadores se están dando cuenta de que este caos tecnológico encarece la
producción de contenidos para la web hasta hacerse insostenible. Se están
definiendo estándares que permiten separar los distintos elementos que componen
una página web -un documento- en partes específicas: estructura, presentación,
comportamiento.
Cuando hasta hace poco era común encontrar páginas que
reunían html, imágenes (los famosos gifs transparentes), textos y JavaScript
en una sopa indescifrable de código, ahora se han separado las tareas y
madurado lenguajes que permiten al desarrollador aislar los problemas y por
tanto las soluciones, minimizando el tiempo invertido en el diseño, producción
y mantenimiento del contenido.
Así, un documento bien estructurado para la web consta de al
menos tres capas: una capa de estructura
en html, una capa de diseño compuesta por hojas de estilo en cascada css, y otra capa de comportamiento escrita en JavaScript.
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